Me coloqué
unas bragas generosas y una enagua de madre, una peluca rubia
apolillada y me maquillé con esmero.
Y así,
frente al espejo, admirando mi abyecta figura travestida, me
practiqué una auto fellatio. Cuatro años de insufribles
clases de yoga para acceder a las condiciones físicas que me
permitiesen chupármela a mí mismo.
Pero había
valido la pena.
Dejé
que una traza de semen se deslizara por la comisura de su boca
reflejada, digo MÍ boca. Pues se trataba de un homenaje a
ella, una ceremonia gemela.
Porque no
me animaba a buscarla en su casa, a espiarla por la ventana y
masturbarme con su verdadera imagen. Sólo me restaba
conformarme mirándome a mí mismo. Porque ella era igual
a mí. Una mujer madura idéntica a mí.
Cuando la vi por primera vez en la calle, su fealdad me causó asco y risa, un sentimiento retorcido que conocía bien, pues es el que por lo general despierto. Entonces me di cuenta; la mujer tenía mis idénticos ojos desproporcionados, una copia de mis desagradables facciones. Experimenté entonces una polución diurna.
Evidentemente la señora vivía en las proximidades. Un vendedor de periódicos se me acercó y, tocándome el culo, me dijo:
-¡Elenita, te vestiste de macho!
Salí corriendo tras ella. Vivía en un conventillo infame. Antes de entrar, creyendo que nadie la veía, se metió la mano debajo del vestido y se rascó la vulva. Luego se olió los dedos y los chupó.
Elenita, algún día entraré anónimamente a tu casa y tomaré tu sexo a la fuerza. Digo, MI sexo a la fuerza.
Cuando la vi por primera vez en la calle, su fealdad me causó asco y risa, un sentimiento retorcido que conocía bien, pues es el que por lo general despierto. Entonces me di cuenta; la mujer tenía mis idénticos ojos desproporcionados, una copia de mis desagradables facciones. Experimenté entonces una polución diurna.
Evidentemente la señora vivía en las proximidades. Un vendedor de periódicos se me acercó y, tocándome el culo, me dijo:
-¡Elenita, te vestiste de macho!
Salí corriendo tras ella. Vivía en un conventillo infame. Antes de entrar, creyendo que nadie la veía, se metió la mano debajo del vestido y se rascó la vulva. Luego se olió los dedos y los chupó.
Elenita, algún día entraré anónimamente a tu casa y tomaré tu sexo a la fuerza. Digo, MI sexo a la fuerza.
Jajajajaja!!! Notable!!!!!
ResponderEliminarQué hijo de puta...
ResponderEliminarEsto ha pasado de claro oscuro a oscuro total. No voy a permitirle semejante ultarajación, ni que me endilgue el famoso undós unddós que tanto desea obtener conmigo, sofrito !!! Ni se me mosquea el upite de sus degeneradeses, ojos de rana ! Ha quedado usted forfai en esta mélange, no he de entregarle (así nomás) mi marrón !!!, no señor, ni lo sueñe Es usted un maraca reprimido y por último no está usté en condiciones de brindarme una sola noche de sexo y sémen...cómase los mocos, vaya a misa que Dios se apiadará de semejante criatura. Dios lo bendiga.
ResponderEliminarmentecato...!
ResponderEliminarMuy buena mierda!
ResponderEliminarVoy a demandar a todos los que participan de este blog. La Elinita.
ResponderEliminarVáyase a la mierda, señora. Aguante Bodeler!!!
ResponderEliminarMuy bueno.
ResponderEliminarGenial.
ResponderEliminarcreo que ya ha muerto el señor Bodeler...
ResponderEliminarBodeler murió.
ResponderEliminarBodeler, su madre... ¿está seguro que "madre" es realmente su madre? es notable su parecido con Elenita.
ResponderEliminarUn edípico caso de deseo incestuoso. No extrsña de Bodeler.
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