1/3/11

Conductos seminíferos (6)

El itinerario del viaje en tren, me fue revelado de una manera concluyente.
Helena siempre durmió desnuda, con las contundentes nalgas hacia arriba. Lo hizo así cada noche durante largos años, desde que nos casamos.
Yo padezco de un férreo insomnio. Durante las dilatadas y siempre cómplices horas nocturnas, cimentadas de tabaco y cavilaciones distantes, me entretenía observando las venas azuladas que uno de sus glúteos presentaba justo en su centro. Una gran, como le llaman, "arañita".
Tras años de prolijo observar el trazo de esos vasos sanguíneos, aprendí sus arabescos añiles de memoria.
Cierto día, sentado en mi sillón y recorriendo las páginas de un atlas de regiones del país, ocurrió un corte de luz. En plena oscuridad, pasé unas cuántas páginas mientras pensaba en qué podía haber ocurrido con la energía. La luz retornó de súbito. Cuando volví a observar el atlas, tenía delante de mí un mapa que repetía de manera minuciosa el dibujo de las venas del culo de mi esposa.
Supe, entonces, como un axioma, como una revuelta, que debía dirigirme hacia esa región, en un viaje iniciático que no dudaba, me revelaría ciertas zonas oscuras de mi presente.

Cayo sorella