20/2/11

Conducto deferente (3)

-No seas imbécil, Bodeler -me dijo Urlezaga.
Su voz se escuchaba a través del teléfono como si se encontrase a una distancia imponente, completa de hastío y reminiscencias de tabaco y ficción.
-¿Alguna vez podré convencerte? -agregó el viejo-. Mirá hijo de puta, te vengo invitando desde hace años. Y una invitación como ésta es una dádiva divina. Deberías sentirte orgulloso y aceptar, porque pocas veces en la vida se tiene acceso a semejante acto de maravilla.
-No puedo, Urlezaga. Perdón.
-La puta que te parió. Sos un cagón de mierda. ¡Maricón! Imaginate la escena y decime si no es un sueño... Esta vez agarramos a una japonesita, una turista que no habla ni una palabra de español. Imaginate cuando le saquemos la venda y la mordaza y se vea en la Habitación... Cuando vea las picanas, los taladros, los instrumentos quirúrgicos. Ja, ja, ja. Esta vez el doctor Petillo va a trabajar en su vagina con no sé qué instrumento. El Comisario también va a estar. Dale, hijo de puta, honranos con tu presencia. Para qué somos amigos.
-Ya sabés que no podría, Urlezaga.
-Sos una mierda. Fui tu abogado toda la vida y me rechazás una vez más. Ya vamos a agarrar a Helena, tu mujer, a ver si así te dignás a venir a verla agonizar y como nos cojemos el cadáver.

1 comentario:

  1. Hay que soltarse, Bodeler. Una poca de alegría no le hace mal a nadie.
    Ser feliz no está de más, decía Xuxa.

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